aventura Puskas

Bien, como todos sabreis ese gran futbolista, conocido en España como "Cañoncito Puskas", ya no está con nosotros, lo que no se si sabreis es la que se lió este fin de semana en Budapest para su homenaje. Nosotros, aprovechando la cercanía decidimos pasarnos a echar un vistazo a ver que se cocía por la capital.

La verdad es que nos quedamos sorprendidos de el pedazo de homenaje que montaron los húngaros para su querido futbolista. De echo sus restos descansan ahora mismo en la capilla de San Esteban, junto con los restos de varios importantes reyes de Hungría. Para la ceremonia, el gobierno húngaro gastó casi dos millones de euros (ahí es ná), además de haber sido ascendido al grado de general por el ejercito.
La ceremonia empezó a las 16:00 en el Estadio Puskas, y nosotros como buenos españoles llegamos tarde al evento. La primera visión que tuvimos al entrar fue el inmenso "altar" que habían levantado en el centro del campo, con cuatro columnas coronadas por antorchas como esquinas. Llegamos justo a tiempo para ver a Calderón hablando unas palabras en español (subtituladas al húngaro en las pantallas del estadio) sobre puskas. Alrededor del campo estaban, haciendo circulo, todos los jugadores de todos los equipos de la primera división, y en las gradas un monton de aficionados sostenian velas encendidas.
También estuvo por ayi un tal Villar, que si no fuera porque era un velatorio, yo creo que hasta los húngaros le hubiesen abucheado. La ceremonia continuó con diversas personalidades dedicando algunas palabras (ahí ya teniamos que estar mirando la pantalla, donde se traducian los discursos al inglés) y entremedias un grupo tocaba diversas canciones, incluida para nuestra sorpresa la del himno de la alegria de Miguel Rios. Hasta que por fín entraron en el campo algunos soldados a caballo, un carromato fúnebre y soldados de a pié para coger el ataud y comenzar la procesión que lo llevaria a la plaza de los Héroes, donde le esperaba el homenaje por parte del ejército, no sin antes dar una vuelta de honor por las pistas de atletismo alrededor del campo.
Una vez toda la comitiva salió del estadio se podía bajar al campo, asi que decidimos echarle un vistazo y unas fotos, que ya enseñaré a su tiempo.
Y ahí acabó para nosotros el homenaje a Puskas, porque estabamos reventaos, ya que habiamos dormido solo dos horas el dia de antes, y decidimos irnos a casa de David, uno de los erasmus españoles en Budapest, a descansar un poco y prepararnos para ver el partido del Madrid y salir un poco antes de coger el primer tren hasta nuestra ciudad, que salía a las 5 de la mañana.
Y ahí empieza la aventura...
A las 5 de la mañana estabamos en la puerta de David intentando que nos abriese para coger nuestras cosas, pero no había manera, y su compañero italiano nos dijo que tardaría una hora en volver. Muertos de hambre decidimos ir en busca de algo abierto para comer...esta gente no sabe lo que es la Bethoven, ni tampoco el Corner (que es la particular Bethoven de nuestra ciudad) y no hubo manera de encontrar nada, y eso que cogimos un tranvia y atravesamos media ciudad. Nos dimos por vencidos y volvimos a casa de David con mas hambre todavía. Una vez recogidas las cosas cogimos el metro para ir a la estación de tren, encontrandonos, como no, con el ya típico para mi "Ticket control". Haciendo peripecias conseguimos esquivarlos (yo me hice un regate que ni maradona y no me pidieron el ticket), pero aun asi una de las veces tuvimos k bajar en la siguiente parada, comprar el puto ticket y volver con otro metro hasta la otra (eso nos pasa por no querer pagar...no aprendemos oie). Ya en la estación eran las 7:50 y a duras penas conseguimos que la mujer de información nos dijese que no habia tren directo hasta nuestra ciudad, y que nos escribiese en un papel los dos trenes que teniamos que coger. El tren salía a las 8, asi que compramos un kebap (aki se llaman Gÿros) y nos metimos en el tren. No habrá que decir que, si la noche anterior dormimos dos horas, y esa "noche" eran ya las 8 de la mañana, duramos menos que un caramelo en la puerta de una escuela. Pero pusimos el despertador un poco antes de la hora a la que se suponía que llegaríamos a nuestra parada para cambiar de tren. Nos despertamos bien, y le preguntamos al revisor que parada era la nuestra, pero el muy cabrón se equivocó (mira que llegan a ser tontos algunos húngaros") y nos vimos en un pueblo perdío de no se sabe donde. Tuvimos que coger otro tren de vuelta dos paradas y esperar casi una hora para montarnos en el tren que ya nos llevaría a nuestra ciudad.
Con la tontería llegamos a las dos de la tarde, echos polvo como podreis imaginaros, y hemos estado con "jet lag" un par de días...y todo por ir al homenaje de Puskas, jejeje.

P.D. ale, ahi lo llevais, peazo de tocho